Julio desarrolló su vida profesional en el cuerpo de la Policía Nacional en la ciudad de Barcelona. Llegó a ser inspector. De él me habían contado varias anécdotas sobre sus detenciones, en las que después de interrogatorios a los chorizos de turno, les acababa invitando a un desayuno por lástima. Así era Julio. Pero con el despliegue de los Mossos d'Escuadra el papel de la PN quedó relegado en Catalunya sobretodo a tareas de control de frontera. En su caso, los últimos años de su vida laboral los trabajó en el puerto de Barcelona. Era de aquellos fumadores empedernidos desde la adolescencia, traviesos. Sabía que no hacía bien, pero le daba igual. El destino ya le avisó con un cáncer de garganta hace unos años, pero no quiso escucharle. El fumar era su válvula de escape, qué le vamos a hacer. El fumar y el buen comer, porqué no decirlo.
De su vida personal no es preceptivo comentar muchos detalles, sólo decir que su buen y poco combativo carácter le acarreó consecuencias que tuvo que arrastrar durante buena parte de su vida. Tampoco tuvo buena suerte en lo personal con su querida hija, víctima de una enfermedad crónica limitante. En cualquier caso el conocer a mi cuñada le compensó de tan mala suerte. En definitiva, ya podéis imaginar que tipo de persona más curiosa era, en efecto Policía, pero claramente poco predispuesto a los conflictos con los demás.
Conocí a Julio hace unos 10 años, más o menos los mismos que conozco a mi mujer, ya que era el compañero sentimental de la hermana de mi esposa. Al principio nos llevamos como cuñados, siempre muy correctamente y con respeto, pero con el paso de los años esa relación se transformó en una amistad mucho más profunda de lo que nunca habría llegado a imaginar. Ahora que faltas Julio, pienso en el vacío que has dejado.
Siempre voy a recordar la complicidad especial que tenías con mi hijo durante sus años de su más tierna infancia. Una complicidad que yo nunca pude conseguir. A lo mejor porque ya estabas tú, a lo mejor porque no lo podía hacer mejor. Quizá lo logre ahora que mi hijo es un preadolescente. La infancia ya la cubriste tú: tu paciencia, tu cariño, tu tiempo de calidad, tu tardes de cine, los chuches que les regalabas, los juguetitos... Tanto nos gustaba a todos esa complicidad y esa magia entre mi hijo y tú, que entre todos te ayudamos un poco a mantenerla: facilitando encuentros o comprando regalos de Navidad/cumpleaños por tí. Yo creo que mereció mucho la pena, por mi hijo, y por ti, porque no fue justo lo que pasó con tu hija.
También recuerdo las salidas que hacíamos los 5, con nuestras mujeres y mi hijo. Íbamos a salir de visita a ver cualquier ciudad y comer un bocadillo, pero tu afición a la buena cocina siempre nos hacía probar el plato local de turno, o un buen arroz, uno de tus platos favoritos.
En lo estrictamente más personal siempre recordaré nuestras largas charlas de café y Baileys. Muchas veces hablando de fútbol, sobretodo en la época Guardiola/Mourinho, yo del Barça y el del Madrid. Yo creo que Julio no era tanto del Madrid, sólo lo era para darme un poco de réplica. A veces también creo que se aficionó un poco más al futbol por mí, yo soy muy futbolero.
Últimamente hablábamos mucho de política, debido al procés de Catalunya. Los que seguís el blog ya os podéis imaginar de qué pie calzo, y qué diferente es mi forma de pensar de la que pueda tener un PN. Además era un PN nacido de una familia original de Extremadura, mucha de ella empleada en la administración central del Estado, en diferentes oficios. Obviamente a veces discutíamos, pero nos teníamos tanto cariño y respeto que nuestra relación siempre estuvo por encima de cualquier discrepancia política, ya os digo que a veces era abismal. En cualquier caso siempre nos procuramos escuchar, porque aunque no pensábamos lo mismo los dos teníamos esa capacidad de poder escuchar al otro, al menos entre nosotros era así. Siempre modulamos el discurso para no ofender al otro, y siempre recurrimos a la broma cuando hacía falta. Yo creo que Julio fue capaz de escuchar mis ideas y mis razonamientos políticos mucho más que otros de mi misma cuerda, independentistas y/o de izquierdas.
Me quedo con todos estos recuerdos. Me quedo con el recuerdo de nuestra última calçotada a finales de enero, que todos pudimos disfrutar. Me quedo con tus abrazos cariñosos, cuando en las últimas semanas de tu vida sabías que te estabas yendo. Me quedo con un gran vacío también.
Con la deriva autoritaria que está teniendo este país, no me extrañaría que algún día acabara en cualquier Comisaría detenido por motivo de alguna manifestación u otra acción. En cualquier caso, ojalá el policía que me interrogase fuera como mi querido amigo Julio.
Julio murió el 15 de febrero de 2018. Descansa ya en paz.
Un saludo